El profesor Carlos Palomeque, amante de, y experto en, Historia Social, acaba de publicar un libro nostálgico, minucioso y significativo sobre la gran huelga del textil en Béjar en los comienzos del siglo XX. El textil español estuvo durante siglos muy bien representado en Europa por la lana producida en toda esa zona y que se exportaba a Inglaterra, Flandes e Italia, cuyos fabricantes la solicitaban con avidez porque daba un tacto suave a los paños allí producidos o terminados, e incluso acudían a las ferias de Medina del Campo y otras, para arreglar acuerdos con los productores. Durante siglos la lana castellana sirvió para mezclarla con la inglesa y la flamenca, y fue nuestro producto principal de exportación, una vez que el emperador Carlos V exportó a Amberes todo el oro y plata de América Latina para financiar sus locas aventuras del «fecho del Imperio» y sus guerras contra Francisco I. Junto a la lana nació una interesante industria de fabricación de paños que se radicó un poco por todas partes y que tuvo en Béjar uno de sus principales centros. Para sostener la producción, la monarquía concedió privilegios a la Mesta para utilizar los campos que desearan en la trashumancia, en siglos en donde en el resto de Europa se estaba procediendo a la operación inversa, de cercar las propiedades agrícolas para hacerlas más rentables. Es muy probable que los desmedidos privilegios sostuvieran a la cabaña castellana, pero destruyeron a la agricultura del país. Durante varios siglos la lana y los paños fueron el magro beneficio de los campos españoles, pero la huelga de Béjar denunció sus últimos estertores, mientras la industria se concentraba en el País Vasco y Cataluña.
El libro del prof. Palomeque nos trae ese retrato en gris, quizá sombrío pero enérgico, de una industria potente durante siglos, pegada al terreno, feliz y europea. Agradecemos y felicitamos al prof. Palomeque por esta iniciativa enriquecedora.
