El profesor Manuel Álvarez De la Rosa publica este profundo libro en la editorial Comares dentro de la colección dirigida por José Luis Monereo, donde traza una ambiciosa parábola desde el profundo origen hasta las manifestaciones diversas de la actual lucha por la igualdad.
Un tema para cuya aproximación el autor se sirve de sus amplia cultura jurídica y filosófica para conseguir un libro menudo, de 97 páginas, donde sin embargo están todos los debates y todas las expresiones.
El primer capítulo, titulado Caminos de la igualdad, parte de los distintas aproximaciones de la filosofía de nuestro tiempo, dejando atrás las reflexiones de los clásicos. Se trata de que el mundo actual necesita de intérpretes que trasciendan las planteamientos algo entumecidos de la doctrina clásica, para lo cual el autor se sirve de tres referentes bien conocidos: Rawls, Dworkin, y Amartya Sen. Podremos estas en desacuerdo o no con la profundidad o el snobismo de alguno de ellos, pero lo que es cierto es su amplia presencia en los debates y el entusiasmo con que algunos especialistas los estudian y se sirven de ellos: es el caso de Amartya Sen para Simon Deakin, o de Dworkin para Pérez Luño, o de Rawls para todos.
Desde los principios y valores relevantes en la filosofía del Derecho pasa el autor en el capítulo segundo a estudiar la igualdad como derecho fundamental constitucional y laboral, para lo cual aborda el papel del Estado en el difícil equilibrio de defender la igualdad frente a otros derechos fundamentales, y entra de lleno en el debate laboral constitucional al hilo del choque entre la igualdad y poderes que detenta el empresario en su gestión de la empresa, en concreto la denominada libertad de empresa, en el aspecto central, pero on único, de la no discriminación.
El capítulo 3 abarca una perspectiva comparada de los diversos supuestos concretos de igualdad y no discriminación en las relaciones laborales, y posiblemente resulte el momento más interesante del libro. Se desgranan aquí las distintas posiciones o supuesto cruciales done opera el principio de igualdad, con un tratamiento en ocasiones literario que le presta soltura y amenidad al tiempo que solvencia: comenzando con la evolución del tratamiento a la discapacidad, se adentra el profesor Álvarez de la Rosa en las oscilaciones normativas entre enfermos iguales y desiguales, la técnica de nulidad parcial para no discriminar salarialmente, los «nuevos» términos de la conciliación laboral y familiar y de las acciones positivas como un cambio de paradigma, o la desigualdad en la externalización productiva, con el gran fondo discriminatorio de las subcontratas y las cadenas de suministro.
Terminamos con el principio, en concreto con apotegma que inicia el Prólogo: «No hay retroceso en las ideas, como no lo hay en los ríos», una frase de Victor Hugo en Los Miserables, 1862. Por desgracia Victor Hugo no menciona los meandros que en algunos ríos los devuelven, retuercen y llevan atrás para luego avanzar y de nuevo comenzar. Y, de todos modos, el optimismo romántico del escritor olvida el enorme esfuerzo cumplido para mantener ideas tan bellas como la igualdad, que es tanto como decir la inserción social de las clases desfavorecidas, ya sean de raza, de sexo o de religión. Un economista hablaría de ciclos, en los que la Humanidad se ha perdido en esos meandros, discutiendo si ha de impulsarse la igualdad o la diferencia aristocrática, ya sea ésta de cuna, de dinero, de valor -otra entelequia- o de inteligencia. Pero otro economista hablaría también de la diferencia entre Estados inclusivos y extractivos, y nos diría que en la historia han ganado por la fuerza de sus ideas y de sus gentes los primeros, y en cambio aquellos que han legislado para mantener distancias de unas clases con otras han seguido un camino de perdición. Si bien esa lección de la historia no significa que el camino sea fácil y el curso recto.